jueves, 23 de mayo de 2013

Serenidad

Nuestra protectora atmósfera terrestre, el campo magnético y los cinturones de Van Allem ayudan a mantenernos la ilusión en un Universo pacífico e idílico:


Sin embargo allá afuera, en el espacio exterior, la contienda es infernal. Comenzando por la emisiones de plasma solar, las explosiones de estrellas ancianas, los agujeros negros, choques entre agujeros negros o entre estos y estrellas masivas, choques entre galaxias y toda clase de violentas explosiones, emiten su energía en forma de ondas radiactivas que cruzan el espacio y alcanzan a la Tierra como auténticos rayos. Los denominamos rayos cósmicos, y nuestros escudos protectores no los detienen del todo.

Sabemos que nuestros escudos protectores fluctúan al unísono de las emisiones solares. Se forman y desaparecen. Y el último de esos escudos, la capa de ozono, recibe heridas de las irresponsables acciones humanas.

Cuando esos rayos, así sea vestigios de ellos, se filtran, provocan consecuencias funestas dentro de nuestro idílico paraíso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario